martes, 12 de noviembre de 2013

MAR ARIAS - LECTURA




Y Mar Arias dijo Sí.

Sandalias de Plata abre su portón de entrada la tarde del 28 de noviembre, para que esta magnífica escritora y narradora lea, a viva voz, sus entrañas. Una verdadera perla en la noche de presentación de Sandalias de Plata.

¿Quién mejor que Mar Arias para ponerle voz a lo que esta cabeza mía parió entre silencios? Sandalias de Plata es una fiesta de letras. Mar Arias la mejor de las mujeres para darle melodioso ritmo a ese festejo.

Conozcan un poquito a esta gran mujer:


Periodista afincada en Lanzarote, escribe como los ángeles y declama con una dulzura tal que, si existieran hadas de cuento entre Nos, ella de seguro sería una ninfa púrpura de bosque encantado.

De madre gallega, de A Coruña, y padre extremeño, de Cáceres, nace en tierras de Cartagena en donde vive hasta los cinco años. Luego se instalan en la tierra de su padre, Cáceres y es por ello que dice sentirse extremeña. Estudia Ciencias de la Información y hace el doctorado en Madrid. Tuvo los arrestos para hacer un periódico local con una empresa de la capital del reino, así de intrépida es Mar Arias. Un año más tarde inicia trabajo con el grupo El Correo, en concreto en el diario Hoy (en Cáceres, Badajoz y diversas corresponsalías en ferias por toda Extremadura). En 1999 llega a Lanzarote donde conoce a su actual marido, el fotógrafo Javier Sáenz, y el amor hizo el resto. Más de una década aquí, con su marido y dos niños que hacen de ella una mujer plena y feliz. Trabajará en La Voz y a finales del año 2000, comenzará a escribir para el grupo Lancelot hasta que el semanario cierra sus puertas.
Le apasiona leer, escribir, cocinar y el cine.  


En su blog - RETAZOS DE MAR - http://www.retazosdemar.es/blog/ comparte semanalmente breves relatos y ensayos que no dejan indiferente, conmoviendo las entrañas, haciéndonos reflexionar sobre la vida, nuestros sentimientos, actos, palabras, jornadas...
 
 
Muestra de su pluma
 
La búsqueda por Mar Arias
                                       
Te estuve esperando y no llegaste. Me marché. ¿Qué otra cosa podría haber hecho? ¿Esperar sin saber si algún día tendría noticias de ti? Eso no era una opción. No para mí. Decidí vivir mi vida sin tu presencia, y viajé. Recorrí el mundo, de norte a sur, de este a oeste, de las penumbras a la luz, viaje por todas partes buscando a alguien que se pareciera a ti, pero no lo encontré. Decidí instalarme en algún lugar en ninguna parte y vivir, vivir sin ganas una vida marcada por tu ausencia. Desgaste mi vida olvidándote y ahora, ahora que por fin muero, te vuelvo a ver, en el cabecero de mi cama, junto a mí, como si nada hubiera pasado. Ni siquiera el tiempo. Tal vez, y sólo tal vez, y lo digo ahora que la luz se escapa de mis días, tendría que haberte esperado. Me habría ahorrado mucho camino, muchas lágrimas y mucha desesperanza. Pero, ¿fuiste tú el que se marchó? Tal vez, y digo sólo tal vez, no tendría que haber sido yo la que se fuera buscando algo que no existe. Ahora lo sé, pero ahora ya es demasiado tarde. 
 
 

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